domingo, 20 de noviembre de 2011

Ramón

Eran cinco hermanos, dos varones y tres mujeres. Si bien tenían el campo y lechería a algunos kilómetros de la ciudad; el padre había sabido construir un pequeño edificio de cinco plantas; una para cada hijo sobre la calle Roselló(n?) N° 248 en Barcelona.
Con las guerras civiles y seguramente por ser antifranquistas, la familia determinó que los varones debían irse del país. Primero le tocó a Luis, a quien mandaron a Francia. Recaló en Lyon y desde allí, nada más se supo de él. Terrible.
Ramón era más chico, por lo que la salida fue más tarde. Por tener amigos en Argentina, se decidió enviarlo a estas costas. Se la pasaba un tiempo y luego, quizás cuando las cosas estaban más calmadas en su tierra, regresaba. Así lo hizo tres veces.
Para no levantar sospechas, su sastre le había confeccionado el uniforme militar para que, de tarde en tarde, se paseara por Barcelona y se dejase ver.

Pero en el tercer viaje, llegó hasta la ciudad de Rosario en la provincia de Santa Fé y conoció a Clara.
Clara tenía unos cuantos años menos, y definitivamente la estampa a lo Fred Astaire del español la debe haer impactado bastante. Y se casaron y tuvieron dos hijas.
Ramón recibió una carta de su familia, instándolo a regresar porque su madre estaba muriendo; por lo que vendieron todo y se fueron. A dos meses de llegados, la madre de Ramón se despidió.

Al mes de esa partida, la hija menor de Ramón enfermó gravemente. No hubo especialista ni catedrático que no la viera y prescribiera tratamientos y fármacos. Y la niña se moría.
El galeno de turno dio las intrucciones para los últimos momentos; "no pasa de esta noche, preparen todo". A Luisa esa noche la midieron...
En situaciones desesperadas, métodos desesperados; fueron a buscar a una médium de la que se comentaba que vivía en las montañas. En la madrugada, toda la familia en ronda en torno a la cama de la enferma, la vieja mujer entró en trance. Con la voz de la madre de Ramón, la espiritista comenzó una fuerte discusión y la voz de ultratumba renegaba, quejándose de estar muy sola y que quería a Luisa con ella.
Se la convenció, luego de agotadas horas, que la dejara vivir.
Uno de los tíos de Luisa se rió por la escena y la médium le sentenció una muerte inminente. Y a la semana el hilarante, también partió.
Pero Luisa pasó de esa noche y comenzó a reestablecerse. Durante todo un año estuvo ocupada en curar su cuerpito de cinco años.

Cuando Luisa estuvo lo suficientemente fuerte para soportar un viaje; Ramón y Clara organizaron el regreso a la Argentina.
Ramón comenzó a trabajar en la cerealera más grande del país, inspeccionando el estado de los enormes silos que almacenaban los granos.
Una mañana  cualquiera, Ramón entró a uno de esos silos como era la rutina. El desconocimiento de su presencia allí, hizo que un compañero de trabajo abriera la boca del silo y comenzase a llenarlo. Ramón no pudo salir.
A Clara fueron corriendo a contarle lo ocurrido. Luisa y su hermana Antonia estaban en el colegio. Todo se detuvo en ese instante, que congelado en el tiempo, marcó un camino diferente para esas tres mujeres para siempre.

Ramón se dejaba ver muy de vez en cuando, y Clara enojada como estaba por la descortesía de haberla dejado tan sola de amor; no hacía más que putear al espectro. Ramón dejaba pasar un tiempo e insistía nuevamente. Pero Clara estaba despechada.
Pasaron muchísimos años sin que apareciera. Hasta que en la noche destinada al gran viaje de Clara, Ramón se presentó. Pasó toda la noche al costado de la cama, esperando a que Clara terminara de alistarse. "Esperá un poco, todavía no" decía Clara, apartando con su mano al aire, a esa otra mano invisible que venía a buscarla.
Ramón esperó, se puso de pie y tomándo a Clara en un tierno abrazo, la ayudó a incorporarse: "Abrime la puerta" dijo.
Por el sueño de esa noche, Ramón dejó que su nieto supiera que él había estado ahí. Estaba joven, tal como cuando se conocieron con Clara. No se dejó ver otra vez; pero Clara tomó la posta.
Desde que llegó a este lugar, descansando a los pies de una Casuarina gigante en la entrada al parque; todo comenzó a movilizarse, a cobrar más ímpetu. Como era Clara, que nada dejaba de lado, sino tomando al toro por las astas.

Desde anoche, Ramón y Clara me miran desde su foto de casamiento; despojados de toda desgracia, felices y eternos; Clara  recostada en el pecho de Ramón, mirando sin ataduras al futuro.
Unas semanas antes de irse, Clara me contó una excursión que con Ramón habían hecho a las montañas. Me contó lo inaccesible que era el lugar en ese entonces, y de cómo, al bajar del auto, se abrió ante sus pies un campo infinito de amapolas coloradas que crecían salvajes.
CASACLARA tuvo sus primeras amapolas este año. Clara las mira y yo se las dedico... Abuelo, que también son para vos!!!

4 comentarios:

Argax dijo...

Las familias, las historias, tienes que sentirte muy orgulloso de esta historia, que es preciosa además.

Ese quererse más allá de la muerte... y cómo clara puteaba al espíritu de Ramón, ahí he sonreído.

En tu casa cabe todo, todo.

Un beso.

Duc de Charlus dijo...

Jajajaj, mil gracias por tus palabras Argax! Sí, en verdad estoy orgulloso de las historias familiares que me preceden. Ya contaré la vida de Clara. Y por parte de mi padre, aún hay mucho más.
Me encantó esa frase: En tu casa cabe todo, todo. Qué poder de sintaxis poética que tenés mon cher Argax! Acaso te alimentaron de pequeño con confetti de poesías de Becquer, Neruda y Byron?

Argax dijo...

Una empachera del Bécquer académico si que me di. No podía ser de otra forma siendo como es ese hombre un sevillano ilustrísimo de esos que la ciudad desprecia y después luce como bandera. Después me salieron los pelos que dicen todos los libros que son signo de la pubertad y de que el ser humano es fértil pero que yo sé que nacen con una función: ponerse como escarpias. Después de mi incremento piloso corporal volví a leer al sevillanísimo y ahí ya descubrí que de verdad el hombre decía y hacía poesía.

De neruda lo justo y de Byron casi nada. Pero hay tantos...

Esperaremos entonces la historia de Clara, a ver que nos depara.

Bersos

Duc de Charlus dijo...

Y la de Mr. Zunga, mi ex y tantos más que van apareciendo. De Lord Byron, ya con leer su biografía, es puro canto...hay algunos pocos en esta vida que descubren bien temprano las mieles que nos da ser tal cual somos y por ende, LIBRES. Besos y escriba pronto que las ganas de leerlo son muchas!