lunes, 14 de noviembre de 2011

Tic...Tac y el cristal se rajó de lado a lado

Repasando años, me he percatado que cada amor vivido ha ido acompañado de un reloj distinto. Si no había amor, había de todos modos un reloj diferente para esa etapa de vida.

La semana pasada, me topé con un reloj muy lindo que pensé, le vendría fantástico a mi padre ya que se le había roto el suyo. Sin importar el precio, lo compré.

A la tarde se lo di, pero como es usual, lo rechazó encontrándole mil defectos ( le cuesta todo cambio o reemplazo de ropa, objetos, costumbres etc)...furia contenida aparte, le dije que era un ingrato y que definitivamente era "carne de feria americana" ( o sea, esos lugares en donde venden ropa y cosas usadas) . Resultado fue que él se quedó con el reloj que yo estaba usando, y el nuevo pasó a mi propiedad.

Luego, estando solo frente a la caja del nuevo reloj, caí en la cuenta de cuándo había comprado ese otro...fue un mes antes de cortar con el ex taaaaaan traumático que tuve, allá en el 2009.
Recién fui conciente entonces, que de vez en cuando, al ver la hora, me recordaba las circunstancias en que lo había comprado; época cuando ya estaba todo mal pero aún creía que era "una etapa mala".
Seguido de ello, no pude entender que haya estado tanto tiempo usando ese reloj que ahora dejaba partir entre morder de dientes...

Reloj nuevo, página en blanco. Supongo que ahora puedo decirme que en verdad todo eso quedó atrás. Obvio es que ese camino se hace desde lo interior; pero de vez en cuando es lindo celebrar un pequeño rito simbólico que nos marque un nuevo comienzo.
Sea para estar solitario y suelto por la vida, o caso contrario, de pura casualidad -tal como apareció el reloj- que el destino me sorprenda.

4 comentarios:

Alforte dijo...

Estos pequeños detalles, como dejar atrás un reloj, tienen un gran valor significativo, como tu muy bien has escrito : "Reloj nuevo, página en blanco".
Espero que este nuevo reloj marque un tiempo lleno de buenos momentos.
Timing Kisses

Argax dijo...

Por su puesto que estos procesos son internos, pero el gesto cara a la galería que se hace desde fuera es como el punto al final del relato. Fija y da esplendor a lo que fue.

Me permito contarte mi rito de invierno. Desde hace unos años compro bulbos de jacinto, cada año más, y los siembro después de pasar un par de semanas en agua hasta que enraícen. Verlos crecer me recuerda el tiempo lento, que ahora que viene el frío es más lento, me hace desear esa lentitud. Y cuando nace la flor me demuestra que los logros son efímeros, apenas duran y hay que pasar a otra cosa.

El año pasado empecé a regalar esos jacintos y apenas me quedo con un par, no todos entienden el motivo por el que los planto pero a todos les gusta recibirlos.

Besote. Y me adhiero a tu proposición de limpiar los cristales antes de que termine el año.

Duc de Charlus dijo...

Alforte, estimado; gracias por tu guiño. Ya está marcando buenas horas al saberte del otro lado leyéndome ( sublime el piropo que me salió considerando que son las 8 a.m....). Besos con minutero, día y fecha.

Duc de Charlus dijo...

Argax; qué maravillosa petit histoire que me has contado en este comentario. Lleno de poesía y verdad. Me pregunto si estos pequeños ritos que de algún modo todos tenemos, responden a algún resabio de paganismo que conlleva el ser humano; o simplemente es una necesidad imperiosa de plasmar el hecho inexorable de que todo cambia y nada es eterno ni igual, hagamos lo que hagamos; siempre seremos distintos a unos minutos más temprano. Quiero esos jacintos para mi jardín!!! Besos al aire pour toi.